El cine que le gustaba a Luis Buñuel

En 1908, siendo todavía un niño, descubrí el cine... En aquella época, el cine no era más que una atracción de feria, un simple descubrimiento de la técnica... Nunca olvidaré cómo me impresionó a mí y a toda la sala por cierto, el primer travelling que vi.[1]
En Madrid, durante la época de la Residencia ... Íbamos al cine unas veces con alguna novia, para poder arrimarnos a ella en la oscuridad, y entonces cualquier película era buena, y otras, con los amigos de la Residencia. En este caso preferíamos las películas cómicas norteamericanas, que nos encantaban: Ben Turpin, Harold Lloyd, Buster Keaton, todos los cómicos del equipo de Mack Sennett. El que menos nos gustaba era Chaplin.
Farrusini fue el cinematógrafo
al que asistía Buñuel en Zaragoza
El cine no era todavía más que una diversión. Ninguno de nosotros pensaba que pudiera tratarse de un nuevo medio de expresión, y mucho menos de un arte[2]...
Desde que llegué a París, yo iba al cine con frecuencia, mucho más que en Madrid y hasta tres veces al día. Por la mañana, gracias a un pase de Prensa proporcionado por un amigo, veía películas norteame­ricanas en proyección privada, en un local situado cerca de la «Sala Wa­ran». Por la tarde, una película en un cine de barrio. Por la noche iba al «Vieux Colombier» o al «Studio des Ursulines…
De las películas que más me impresionaron, imposible olvidar El acorazado Potemkin. A la salida —en una calle de la zona de Alésia—, incluso queríamos poner barricadas y tuvo que intervenir la Policía. Durante mucho tiempo, sostuve que aquella película era para mí la mejor de toda la historia del cine. Ahora ya no sé.
También me acuerdo de las películas de Pabst, de El último hombre, de Murnau y, sobre todo, de las películas de Fritz Lang.
Fue al ver Der müde Tod cuando comprendí sin la menor duda que yo quería hacer cine. No me interesaron las tres historias en sí, sino el episodio central, la llegada del hombre del sombrero negro —en seguida supe que se trataba de la Muerte— a un pueblo flamenco, y la escena del cementerio. Algo que había en aquella película me conmovió profundamente, iluminando mi vida. Esta sensación se agudizó con otras películas de Fritz Lang como Los Nibelungos y Metrópolis.[3]
Der Müde Tod (Las tres luces, Fritz Lang, 1921)
Fue después de ver esta película que
Buñuel decidió dedicarse al cine
En una entrevista en 1929 dijo: El cine me parece el representante más específico de nuestra época, nacido tan en función de sus necesidades espirituales, como la catedral en la Edad Media. Pero si ésta supone dolor, el cinema supone alegría. Así, tomo como tipo de film perfecto el cómico americano en donde el elemento humano no tiene preponderancia sobre el natural... Creo, además, que el cinema es el instrumento más adecuado para expresar la gran poesía de nuestra época y el único que ha podido establecer ciertas verdades visuales “universalmente”...No creo que el cine se adapte al concepto tradicional de arte...Es una industria. Nace del estándar, de la división del trabajo. El mejor cine es el que deriva de una industria más perfeccionada. Opino que el film debería ser anónimo, como la catedral.
¿Y qué cinematografía conceptúa usted mejor: la yanqui, la alemana, la rusa o la francesa?
La yanqui con mucha diferencia sobre las otras. Dentro de las europeas, la alemana. La rusa tiene los defectos de la alemana, además, es tendenciosa. La francesa, excepto diez o doce films, es la peor, la menos dotada. [4]
En 1929, para la sexta sesión del “Cineclub Español”, Buñuel preparó una serie de cortos cómicos del cine norteamericano y escribió para su presentación: Ese sería el programa de cine más representativo del cine mismo y más puro que todas las tentativas de vanguar­dia que se han hecho. Para la minoría y para la mayoría, para los no po­dridos de transcendencia y de arte. Los mejores poemas que ha hecho el cine. Sólo el hecho de ver pasar por la pantalla a Ben Turpin, el bizco, o a Harry Langdon, es ya el colmo de la alegría, y de la esterilización. Cla­ro que a esos films, de dos partes, y muy seleccionados, se podrían agre­gar uno, en dos partes, de Charlot, y otro, en dos partes de Buster. Pero sin darles supremacía sobre los otros, e intercalados al azar entre ellos…Nada de europeo: americano todo.
Durante mucho tiempo la consideró la
mejor película de la historia del cine
Creo que esa sesión va a ser algo definitivo, y cosa absurda no se ha hecho aún en ningún Cineclub ni cine ordinario del mundo. La gente es tan idiota, y tiene tantos prejuicios, que creen que Fausto y Potem­kine, etc., son superiores a esas bufonerías, que no son tales, y que yo les llamaría la nueva poesía. La equivalente surrealista, en cinema, se encuentra únicamente en esos films. Mucho más surrealistas que los de Man Ray.[5]
De sus declaraciones anteriores podemos deducir que Buñuel en la década de los veinte y primeros treinta iba frecuentemente al cine y que sus preferencias se decantaban por el cine cómico norteamericano.
Con el paso de los años las cosas cambiaron. En una entrevista realizada en 1954[6] André Bazin le preguntaba: ¿Cuántas veces al año va al cine?, La respuesta de Buñuel fue:
Muy pocas. No quisiera exagerar; digamos cuatro veces. Puede que sean seis, puede que sean dos, pero una media de cuatro… No me gusta ir al cine pero me gusta el cine como medio de expresión. Pienso que no hay ningún medio mejor para mostrarnos una realidad que no palpamos todos los días. Es decir que a través de los libros, de los periódicos, de nuestra experiencia, co­nocemos una realidad exterior y objetiva. El cine, por su propio mecanismo nos abre una pequeña ventana sobre la prolongación de esta realidad. Mi aspiración, como espectador de cine, es que la película me descubra algo, y esto me ocurre muy pocas veces. Lo demás no me hace gracia, ya soy muy viejo. Estoy contento de haber tenido ocasión de ver tantas películas en este Festival. He visto grandes películas, pero todo esto no me dice gran cosa. El cine me descubre muy pocas veces lo que busco y por esto no voy casi nunca al cine. Claro, tengo amigos que me señalan las películas que les han gustado y que me obligan a veces a ir a verlas. Así vi Juegos prohibidos que me abrió una pequeña ventana: es una película admirable. Vi también Jennie que me gustó mucho y que me abrió una gran ventana. Desde el punto de vista profesional soy imperdonable, debería conocer más películas…Está muy mal, ya lo sé, pero prefiero quedarme tranquilamente en casa bebiendo una botella de whisky con amigos en vez de irme al cine.[7]
A Buñuel le gustaba mucho el
cine cómico americano y en especial
Buster Keaton
En 1952, un año antes de que Luis Buñuel pronunciara su conferencia El cine instrumento de poesía, que es clave para entender su visión sobre este medio, la revista Cahiers de Cinema publicó en su ejemplar de mayo de 1952 un artículo sobre “Las mejores películas de nuestra vida,” El comité del Festival Mundial del filme y de las Bellas Artes de Bélgica preguntó a 100 directores de cine de todo el mundo que le remitieran la lista de sus 10 mejores películas. Contestaron 55 de esos directores.
Entre esos 55 directores que contestaron estaba Luis Buñuel. Su lista de las 10 mejores películas nos va a servir de base para hablar de sus gustos cinematográficos en aquella época. Es evidente que su elección está condicionada por el cine que ha visto, y en la época en que se hizo la encuesta iba muy poco al cine, lo que puede ayudarnos a entender su lista de las 10 mejores películas (desconozco si el orden indica preferencia o no):

1.   La ley del hampa (Underworld, Josef von Sternberg, 1927)
2.   La quimera de oro (The Gold Rush, Charles Chaplin, 1925)
3.   Ladrón de bicicletas (Bicycle Thieves, Vittorio De Sica, 1948)
4.   El acorazado Potemkin (Battleship Potemkin, Sergei Eisenstein,1925)
5.   Jennie (Portrait of Jennie, William Dieterle, 1948)
6.   Cabalgata (Cavalcade, Frank Lloyd, 1933)
7.   Sombras blancas en los mares del sur (White Shadows in the South Seas, Woody S Van Dyke/Robert Flaherty, 1928)
8.   Al morir la noche (Dead of Night, Aberto Cavalcanti, Charles Crichton, Basil Dearden, Robert Hamer, 1945)
9.   La edad de oro (L'Age d'or, Luis Bunuel, 1930)
10.       Soy un fugitive (I Am a Fugitive from a Chain Gang, Mervyn LeRoy, 1932)

Jennie era una mujer que solo existía para el
protagonista. La inclusión del misterio en la
realidad es lo que le gustaba de la película.
Si vemos los años de realización de dichas películas tenemos: 1925(2), 1927, 1928, 1930, 1932, 1933, 1945, 1948(2). Hay un predominio absoluto de películas de la época en que frecuentaba las salas de cine 7 de 10. En las otras 3, tenemos, por un lado Ladrón de bicicletas, de Vittorio de Sica: Un hombre al que conocí y de quien me sentía muy próximo y nos quedan dos: Jennie y Al morir la noche. Ambas le gustaban a Buñuel por el mismo motivo: introduce el misterio en la realidad cotidiana. Sólo tenemos que recordar las palabras de Buñuel: A mí me interesa el misterio... El misterio es el elemento esencial de toda obra de arte.[8]
Si analizamos la lista desde el punto de vista de la “calidad artística” de las películas está claro que buena parte de ellas no están entre las mejores de la historia del cine (hasta 1952). Creo que La ley del hampa, Sombras blancas en los mares del sur y Soy un fugitivo las incluye porque son películas que podríamos incluir dentro de ese objetivo que tenía Buñuel de “mostrar el espectador que no vivimos en el mejor de los mundos posibles”. Me sorprende aún más la presencia de Cabalgata. Buñuel la apreciaba porque: Se veía el Londres victoria­no, los coches de caballos, los salones, todo muy bien hecho. Al final los novios se embar­caban, felices, llenos de esperanza. Veíamos un salvavidas del barco, con el nombre de éste: Titanic. Es fascinante.[9] La quimera del oro, que tiene todo el derecho a estar entre las mejores películas, indica que Buñuel había cambiado en su apreciación del cine de Chaplin, al que acusaba en su primera época de ser excesivamente sentimental.
Buñuel renegó del neorrealismo, pero
le gustaban algunas películas de su
amigo De Sica, en especial esta.
Durante el resto de su vida seguiría viendo muy poco cine, como le dijo a Max Aub hacia 1970: A mí no me gusta el cine, de verdad. No voy nunca al cine, como no sea para ver la película de un amigo[10].
Hacia el final de su vida, incluyó en Mi último suspiro una relación del cine que le gustaba y el que no: Me gustan Senderos de gloria, de Kubrick, Roma, de Fellini, El acorazado Potemkin, de Eisenstein, La gran comilona, de Marco Ferreri, monumento hedonista, gran tragedia de la carne, Goupi, mains rouges, de Jacques Becker, y Juegos prohibidos, de René Clément. Me gustaron mucho (ya lo he dicho) las primeras películas de Fritz Lang, Buster Keaton, los hermanos Marx, El Manuscrito encontrado en Zaragoza, novela de Potocky y película de Has, película que he visto tres veces, lo cual es excepcional y que encargué a Alatriste comprar para México a cambio de Simón del desierto.
Me gustan mucho las películas de Renoir hasta la guerra, y Persona, de Bergman. De Fellini me gustan también La strada, Las noches de Cabiria, La dolce vita. No he visto Los inútiles, y lo siento. En cambio, en Casanova me salí mucho antes del final.
De Vittorio de Sica me gustaron mucho El limpiabotas, Umberto D y Ladrón de bicicletas, en la que consiguió convertir un instrumento de trabajo en protagonista. Es un hombre al que conocí y de quien me sentía muy próximo.
Me han gustado mucho las películas de Eric von Stroheim y de Sternberg. La ley del hampa me pareció soberbia en su época.
He detestado De aquí a la eternidad, melodrama militarista y nacionalista que conoció, ay, un gran éxito.
El manuscrito encontrado en Zaragoza,
mezcla misterio y realidad
Me gustan mucho Wajda y sus películas. No le he conocido personalmente, pero hace tiempo, en el festival de Cannes, declaró públicamente que mis primeras películas le hicieron desear hacer cine. Eso me recuerda mi propia admiración por las primeras películas de Fritz Lang, que decidieron mi vida. Hay algo que me conmueve en esta continuidad secreta que va de una película a otra, de un país a otro. Un día, Wajda me mandó una tarjeta postal firmada irónicamente: «Su discípulo.» En su caso, ello me conmueve tanto más cuanto que las películas que he visto de él me han parecido admirables.
Me gustaron Manon, de Clouzot, y L’Atalante, de Jean Vigo. Visité a Vigo durante el rodaje. Recuerdo de un hombre físicamente muy débil muy joven y muy afable.
Entre mis películas favoritas, situaré la inglesa Al morir la noche, conjunto delicioso de varias historias de terror, Sombras blancas en los mares del Sur, que me pareció muy superior al Tabú, de Murnau. Me entusiasmó Jennie, con Jennifer Jones, obra desconocida, misteriosa y poética. Declaré en alguna parte mi cariño a esta pelicula, y Selznick me escribió para darme las gracias.
Detesté Roma, ciudad abierta, de Rossellini. El contraste fácil entre el cura torturado en la habitación contigua y el oficial alemán que bebe champaña con una mujer sobre las rodillas me pareció un procedimiento repugnante.
De Carlos Saura, aragonés como yo, a quien conozco hace tiempo (incluso consiguió hacerme interpretar un papel de verdugo en su película Llanto por un bandido), me gustaron mucho La caza y La prima Angélica. Es un cineasta al que soy generalmente muy sensible, con algunas excepciones, como Cría cuervos. No he visto sus dos o tres últimas películas. Ya no veo nada.
El cine de Fellini le gustaba a  Buñuel:
Roma
Me gustó El tesoro de Sierra Madre, de John Huston, que se rodó muy cerca de San José Purúa. Huston es un gran director y un personaje muy exuberante. Si Nazarín fue presentada en Cannes, se debió, en gran parte, a él. Habiendo visto la película en México, se pasó toda una mañana telefoneando a Europa. No lo he olvidado.[11]


[1] Luis Buñuel: Mi último suspiro. Plaza & Janés, 1982, Pág.37
[2] Luis Buñuel: Mi último suspiro. Plaza & Janés, 1982, Pág.76
[3] Luis Buñuel: Mi último suspiro, Plaza & Janés, 1982, págs. 87-8
[4] Declaraciones a Luis Gómez Mesa en Popular Film, nº 128, 1929
[5] Luis Buñuel: Lo cómico en el cine. La Gaceta Literaria, nº 56, 15 abril 1929. Tomado de Luis Buñuel Obra literaria, Heraldo de Aragón, 1982, pág. 180.
[6] Bazin, André y Doniol-Valcroze, Jacques, en Cahiers du Cinéma, n.º 36, 1954. Recogida en El cine de la crueldad, Mensajero, Bilbao, 1977
[7] Bazin, André y Doniol-Valcroze, Jacques, en Cahiers du Cinéma, n.º 36, 1954. Recogida en El cine de la crueldad, Mensajero, Bilbao, 1977. Págs. 113-4
[8] Elena Poniatowska: Entrevista con Luis Buñuel. El País semanal, 30 marzo 1997, Pág.:86
[9] Tomás Pérez Turrent y José de la Colina: Buñuel por Buñuel, Plot, 1993, pág. 132
[10] Max Aub: Conversaciones con Buñuel. Aguilar, 1985, Pág.144
[11] Luis Buñuel: Mi último suspiro, Plaza & Janés, 1982, págs. 218-9. Han sido corregidos los títulos de algunas películas para adaptarlos al que tenían en su estreno en España.

Comentarios

  1. Conocí el cine en la salas "cine río","cine variedades", "cine flamboyan", todas ellas del Acapulco de los años 80´s. Resultó para mí una experiencia asombrosa y llena magia. A mis ojos de niño el cine llenó de multitud de colores y formas...Aún más: Impregnó mi alma con nuevas visiones de la realidad, con la vista de otros mundos, de otros tiempos y lugares. Al crecer, el cine creció conmigo y mi aprecio por sus historias aún mas. Creo firmemente en que el cine auténtico es el reflejo de las sociedades que lo generan.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Las dos Conchitas de Ese oscuro objeto del deseo (1977)

Las Hurdes: ¿documental?, ¿manipulación?, ¿distorsión?, ¿panfleto?

Belle de jour, 1966