La joven (The young one, 1960)

... Creo  que es una de mis películas más personales... Hay muchos detalles: los pies del cadáver, las arañas, las gallinas, la imparcialidad: el film no es ni pro-negro ni pro-blanco. Incluso dejo justificarse al blanco racista cuando habla con el negro. El racista dice al negro maniatado: «Siento que sufras, porque tienes sangre y en algo te pareces a mí, pero tú no tienes alma, eres como un animal.» No hay malos ni buenos absolutos. El racista da al negro un cigarrillo, agua para beber, pero no puede verlo como un semejante. Esto no se debe a la maldad, sino a ciertas influencias sociales…

El tema es norteamericano... El racismo es uno de los problemas que trata el argumento, pero quizá no el único. Está también el de la relación erótica entre un hombre y una muchacha, casi una niña. Sin embargo, acepto que el problema del racismo pesa mucho en la película. Sin preten­der presentar una tesis, traté de comprender —no justificar— a los personajes racistas.[1]
...En el interior del sistema moral americano, perfectamente codificado para uso del cine, había siempre buenos y malos. La joven pretendía reaccionar contra esta vieja actitud. El negro era bueno y malo, lo mismo que el blanco, que decía al negro, en el momento en que éste iba a ser ahorcado por una supuesta violación: "No puedo verte como un ser humano." Este rechazo al maniqueísmo fue, probablemente, la razón principal del fracaso de la película. Estrenada en Nueva York en la Navidad de 1960[2], fue atacada desde todas partes. A decir verdad, la película no gustó a nadie, Un periódico de Harlem escribió, incluso, que habría que colgarme cabeza abajo de un farol de la Quinta Avenida. Reacciones violentas que me han perseguido toda la vida.
Sin embargo, yo hice esta película con amor, Pero no tuvo suerte. El sistema moral no podía aceptarla. Tampoco tuvo éxito en Europa, y hoy no se proyecta casi nunca.[3]
 El productor George Pepper y el guionista Hugo Butler, que estaban en las listas negras anticomunistas de Hollywood, ya habían trabajado con Buñuel en Robinson Crusoe (1952).
George Pepper, en nombre de Olmec Pictures le ofreció un guión de Hugo Butler, basado en una narración corta de Peter Matthiessen, El viajero (Travelin´man).La historia, que solo cuenta con dos personajes, es muy diferente a lo que luego sería la película y es el motivo por el que voy a resumir brevemente su argumento aquí, ya que no tiene sentido comparar ambas obras. El relato de Matthiessen cuenta como Traver, un hombre de color que huye de las autoridades, llega a una isla, en donde es perseguido por un cazador blanco, seguramente el guardabosques de la isla, aunque no se aclara. La narración que es contada desde el punto de vista de Traver muestra el duelo perseguidor-presa. Al final del relato Traver consigue golpear al cazador y creyéndolo muerto huye y es entonces cuando el cazador consigue acabar con él. En ningún momento del relato llegamos a saber nada del cazador, salvo que es muy astuto, ni siquiera su nombre.
En el centro: George Pepper, Buñuel
y Hugo Butler
El argumento de la película es completamente diferente, aparte de añadir el personaje de Evvie y otros dos secundarios más. En la película Traver es inocente y no hay ese desafío casi obsesivo cazador-presa y desarrolla una doble trama: la erótica y la racista: La última película que he hecho aquí,...se titula The Young One (La joven). Está hecha con actores americanos y hablada en inglés. En ella se entrecruzan el problema racial negro y blanco y otro de erotismo, con estupro, entre hombre y niña de raza blanca.[4]
"George y Hugo convencieron a mi padre para hacer una película que tratara sobre el malestar racial que en aquel momento se manifestaba cada vez más en Estados Unidos. El mayor problema al llevar a cabo semejante proyecto sería encontrar las localizaciones en México que aparentasen ser los Estados Unidos…Fuimos a Nueva York para hacer el casting…Quedaban dos personajes: el de Evvie, la joven, y el del racista reaccionario, Jackson.
Nos prestaron una oficina en Nueva York y empezamos a ver actores y actrices jóvenes. La mayoría de las chiquillas –que tenían que aparentar tener unos 14 ó 15 años y ser muy aniñadas pero sexualmente maduras- parecían todas mujeronas de 30. Un día llegó un actor para el papel de Jackson. Venía acompañado de su hija…Era muy inocente, pero tenía justo la edad para el papel de Evvie. Su nombre era Key Meersman. Su padre estaba encantado y Key se llevó el papel…
Una vez de vuelta a México, me reuní con Julio Nacho Villareal, el ayudante y amigo de siempre de mi padre, para buscar localizaciones que pudieran recordar una pequeña isla del estado de Carolina del Norte. Como referencia, nos hicimos con catálogos del Departamento de Turismo de la Embajada de los Estados Unidos.
Rodaje de la película
Finalmente, nos decidimos por tres localizaciones exteriores. La costa y la isla serían rodadas en la Laguna de Tres Palos, que tenía una playa salvaje, a 20 km de Acapulco…La choza del guarda fue construida muy cerca de la ciudad de México, en un lugar llamado Contreras…La tercera localización era el sitio donde Evvie es bautizada. Era un río transparente que brotaba de un manantial cerca de la ciudad de México…Los interiores se rodaron en los Estudios Churubusco de México D.F."[5]
A lo que Luis Buñuel añade: Ha sido enteramente filmada en México, en estudios y en exteriores mexicanos…En Acapulco ciertas secuencias; otras, fueron hechas cerca de Cuautla; otras más, a diez minutos de mi casa cerca de Ciudad Universitaria. Usted sabe, salgo muy poco y me gusta trabajar en lugares muy a mano…Para lograr la creación del ambiente deseado, exigido por el argumento -una isla desierta de la costa sureste norteamericana- se imponía una precisión milimétrica en el encuadre. No podía uno abarcar una palmera en un movimiento de cámara. Había que evitarlas en el horizonte. Aparte de eso, ningún problema esencial...[6]
Llegada de Traver a la isla
El rodaje comenzó el 18 de enero de 1960 y terminó el 5 de febrero en los estudios Churubusco y en locaciones de Acapulco, Cuautla y cerca de Ciudad Universitaria. Estrenada en México el 4 de agosto de 1961 y en EE. UU. en diciembre.
La actriz que hacía el papel de muchacha, de trece o catorce años, no poseía ninguna experiencia teatral ni talento alguno especial. Además, sus temibles padres no se separaban de ella ni un instante, obligándole a trabajar con plena entrega, a obedecer exactamente al director. A veces, lloraba. Es quizás a todas estas condiciones —a su inexperiencia, a su temor— a lo que debe su extraordinaria presencia en la película. Así ocurre a menudo con los niños.[7]
Para valorar cabalmente La joven es menester tener presente la timidez y precaución con que el cine norteamericano manejaba en 1960 los conflictos raciales, por lo menos el cine producido en el seno de la industria de Hollywood. En este sentido, la crudeza de la denuncia de Buñuel es sorprendente y va mucho más lejos que los tibios alegatos humanitarios de la época. Con gran parquedad de elementos dramáticos y pocos personajes, estructuró Buñuel una película muy rica en sugerencias. Eje principal del drama es la simetría de la falsa violación incriminada al negro y la violación impune efectuada por el racista blanco. Pero, además, la película es una reflexión sobre las relaciones de servidumbre y dominio del propietario blanco hacia su deseada sierva y hacia el despreciado negro, unidos así en la complicidad de su común servidumbre.
Cuando Miller se entera de la
llegada de un extraño le persigue
Personaje central de este drama es la joven Evvie, dotada de un erotismo primitivo y tan ingenuo como eficaz, no contaminada por los prejuicios reaccionarios, como un animalito salvaje que se halla todavía más allá del bien y del mal. La ceremonia de su bautizo, que le impone el pastor en el río, es recibida por ella con más hostilidad que indiferencia y confiesa al pastor que prefiere un revólver a la "llave de oro" que, según él, le abrirá las puertas del cielo. Personaje turbador y detonante del drama, esta imagen de la inocencia infantil, asociada al deseo sexual de los adultos, aparecía ya en Los olvidados y reaparecerá en Diario de una camarera y de modo únicamente sugerido en Viridiana.
El arquetipo fue popularizado cinco años antes por Nabokov con su Lolita. Film austero y realizado con gran funcionalidad expresiva, acorde con la tradición del cine norteamericano clásico.[8]
La joven es una película de factura muy límpida y clásica, aunque no debe haber equívocos sobre su astuta construcción, como se observa en el falso eje de simetría que la vertebra: la violación atribuida a Travers y la real de Miller.
Evvie entrega la manzana a Miller
y este empieza a verla como mujer
Lo esencial es el carácter alegre, la jovial fluidez tan americana que fue poco apreciada en los Estados Unidos, pero no pasó desapercibida a un apasionado de las buenas maneras como Truffaut. Finalmente por exiliados norteamericanos que huían de la caza de brujas macartista y acogida a una cierta tradición temática del Deep South. Buñuel se negó, sin embargo, a entrar en el juego maniqueo del blanco malo y el negro bueno. Por pura coherencia, no podía aceptar la compasión por el oprimido; eso, como señaló José de la Colina, hubiera supuesto tácitamente su inferioridad. Y de ahí, seguramente, el fracaso de la cinta y la renovada alergia e incompatibilidad entre Hollywood y el cineasta aragonés. [9]
La joven presenta una estructura narrativa tradicional (exposición, nudo y desenlace) y una forma realista, absolutamente desprovista de énfasis o de esas imágenes-choque...Respecto a esa ambivalencia de la realidad, La joven se inscribe perfectamente en la obra buñueliana, que es, entre otras cosas, el reflejo de una conciencia que entiende el mundo como un conjunto inconmensurable de oposiciones y contradicciones…En las cintas anteriores de Buñuel, el tema progresaba por una sucesión de oposiciones, cristalizadas en imágenes insólitas, y la etapa final de la elaboración consistía en dar orden y verosimilitud a estos elementos (de ahí el tono y la concepción no conformistas de la casi totalidad de sus obras), pero si esta manera de crear propiciaba una imagen dialéctica de lo real, tenía también sus inconvenientes: quedaban en el conjunto lagunas dramáticas, escenas intermedias sin más justificación que servir de enlace con aquellas que a Buñuel le interesaban.[10]
Miller toma a la adolescente, a la que
 por otra parte no se la oye gritar
Si la película es importante, es por su falta de pretensiones, su despojamiento y su parti pris de mostrar las relaciones humanas sin sobreentendidos, sin guiños de ojo, o sea, en resumen, de mostrarlas en su desnudez esencial...
Buñuel tiene siempre algo que decir sobre la condición humana y, por eso, no se pierde en las tonterías tenidas por “ejercicios de estilo”. Debe decir algo y escoge el camino más directo, el más corto, aunque a veces parezca brutal y poco “elegante”...
Todos los personajes, como todo el mundo, son un poco imprecisos en sus limitaciones. La ternura va junto con la brutalidad, la valentía, el miedo; eso es porque en el fono no estamos hechos “de una pieza”.[11]
Buñuel, llevado de su misma posición moral, prescinde cada vez en mayor medida de los artificios formales que podrían dar una brillantez exterior a su obra. Cada momento de La joven demuestra la voluntad de no valerse de falsos prestigios de la imagen cinematográfica ni del sonido. Al igual que en Nazarín, Buñuel no utiliza la música sino al principio y al final de su película, porque la música en el cine suele predisponer. Diríase que la realización de Buñuel es neutra, carente de énfasis. El énfasis lo da, insisto, ese interés apasionado, casi violento, que el autor pone en relatarnos las situaciones de su film.[12]
La película sobrepasa el maniqueísmo que se podía temer en el tratamiento de la intriga dramática. Los personajes cambian, evolucionan mientras que las fronteras entre el bien y el mal se disuelven. Luis Buñuel nos instala maliciosamente en la ambigüedad. Evvie, de camino hacia el continente, en su vestido de mujer crecida demasiado deprisa, ¿es recuperada por los guardianes del orden moral? ¿Miller se reconcilia con el negro que le ayuda a huir? La duda subsiste.[13]
Miller obiga a Traver a comer aparte
Los personajes de La joven no han sido construidos intelectualmente y a priori, sino que  van formándose a medida que actúan, y es a partir de sus actos que los conoce el espectador. Con ello Buñuel demuestra no tener una concepción estática del hombre. Ninguno de sus personajes será el mismo al comienzo y al final de la película. Imposible, pues, colocarles etiquetas. Tomemos el ejemplo del negro: Buñuel no se esfuerza demasiado en que lo consideremos una víctima, un hombre angustiado por el acoso que sufre...Lo que Buñuel quiere del espectador, y lo consigue, es la solidaridad, o sea el reconocimiento de una igualdad esencial.
Igualmente en el tratamiento de los demás personajes existe un principio dialéctico. Buñuel no ha hecho del pastor protestante una encarnación de sus ideas de la religión, sino que ha permitido que el personaje hable por sí mismo. Y en él encontramos nuevamente la ambigüedad fundamental del ser humano. Si el pastor se molesta ante la necesidad de dormir sobre el mismo colchón que ha ocupado un negro, puede también, por un deber de humanidad, hacer toda clase de esfuerzos para proteger la vida del perseguido y facilitar su fuga...En esta película no hay héroes; el creador no se preocupa de mostrar simpatía o antipatía  por sus personajes. Y además ha respetado en ellos ese algo de enigmático que hay en todo ser viviente... [14]
El pastor le da la vuelta al colchón
en el que ha dormido Traver
El negro de su film, es quizá, uno de los poquísimos negros en verdad humanos que hemos visto en El cine...Ni el guarda de caza es, pese a todo, un personaje insincero; ni la muchacha se transformará forzosamente, de acuerdo con las previsiones de la moral consuetudinaria, en una afligida “por mancillada” por el simple hecho de haber sido violada, puesto que, como veremos al final del film, todavía es capaz de jugar como una niña; ni el pastor protestante, pese a actuar honradamente, logra evitar que se manifieste en él el prejuicio frente a los negros. Es decir: ningún personaje responde exactamente a las caracterizaciones previas que nuestros propios esquemas ideológicos nos sugieren.
Ese respeto a los personajes, a lo que tienen de ambiguos, no significa que Buñuel se lave las manos, naturalmente...Aspira a que dudemos como dudó el Nazarín de su film y que superemos la condición de espectadores pasivos, enajenados... [15]
Buñuel rechaza el maniqueísmo del cine clásico. No acepta que sus personajes sean buenos o malos absolutos. Le gustan ambiguos y que evolucionen a lo largo de la película. Así, Zachary es racista porque lo han educ­ado para serlo, pero durante la película su trato con el negro se va modificando. Su misma relación con la muchacha lo va humanizando al final dejará marchar al negro. El otro ra­cista, Jackson, es un auténtico bruto, un fanát­ico de sus ideas, aunque dentro de esto tenga su forma de bondad. Podría linchar a cinco negros y luego dar una espléndida limosna a un mendigo…
Tras el bautizo Evvie le reclama
la llave de oro prometida.
El negro no tiene que ser un hombre perfecto. Puede tener tantos defectos humanos como cualquier hombre. Lo malo de ciertas películas de tesis es que, en el caso del racismo, por ejemplo, presentan a los negros como unas almas de Dios. Esto creo yo que es jugar con trampa.
El sacerdote es un hombre bien intenciona­do, dentro de sus ideas. No está de acuerdo en que se trate mal a ningún ser humano; reconoce un alma en el negro; pero cuando le dan, para dormir, el colchón donde ha dormido el negro, pide que lo vuelvan del revés, porque es más fuerte que él: no soporta el «olor de los ne­gros». Es el contraste entre nuestra moral y nuestros sentimientos, con nuestra sensibilidad puramente física.[16]
Hay tres características fundamentales del estilo de Buñuel que en éste film afloran con especial vivacidad: el tratamiento a fondo del tema sin tomar partido explícitamente, dando a cada contendiente sus mejores bazas; la aparición constante de pequeños detalles no argumentales que enriquecen la acción y le dan una dimensión metafórica que trasciende el aparente realismo plano; y el modo abrupto de concatenación de las distintas escenas...
En cuanto a la narración de los hechos, Buñuel desprecia olímpicamente todo trampolín de escena a escena, de motivo a motivo –que no sea el del ritmo y el del interés por lo que se está cociendo- rechazando adornos, dilaciones, momentos muertos, explicaciones o la más mínima redundancia. Esto, que es una constante en su estilo, aparece en La joven como una de las ocasiones en las que más radicalmente se manifiesta.[17]
Jackson no ve a los negros
como personas
La impronta personal de Buñuel está muy marcada en este filme. Algunas constantes buñuelianas afloran en el film, sobre todo las relacionadas con los animales: abejas, gallinas, conejos…También la presencia de animales en situaciones crueles: el mapache comiéndose la gallina o el conejo muerto por Miller. Evvie, la niña-mujer, figura potenciada por el surrealismo entrega la manzana, símbolo de la tentación, que muerden tanto Miller como Traver. Ella es, tan alegre como Lolita, pero no es tan malvada, no es calculadora. Su iniciación a la experiencia sexual tiene más de accidente que de coquetería precoz. Nada que ver con Lolita. Evvie ha crecido resguardada de los tabúes sociales y de los mandamientos religiosos. [18]
A través de su amor por una adolescente, Miller se ve obligado a reconsiderar sus prejuicios raciales, o lo que es lo mismo toda su concepción de la vida, del mundo y de la sociedad.
Buñuel narra la historia de La joven con una alegre delicadeza y sin caer en ningún momento en los extremos del alegato antirracista o del divertimento con variaciones sobre lolitismo. Su puesta en escena está repleta de observaciones que, más que la anécdota, constituyen la sustancia de la obra. [19]
A la salida del film, se ha querido ver sobre todo un aspecto erótico que parecía corroborar la obsesión de Buñuel por las adolescentes y las niñas como presas de los deseos de los machos ancianos. El film se relaciona en esto con otras suyas anteriores: la adolescente violada por el duque de Blangis en La edad de oro, los muslos de Meche en Los olvidados, el incesto del abuelo en Así es la aurora, pero también en los escritos de juventud de Buñuel, concretamente en Una historia indecente.[20] En su obra posterior aparecerá el tema en Viridiana, Diario de una camarera, Tristana y El fantasma de la libertad.
Al final Miller ayuda a Traver
a escapar
¿Moral? No hay moral. Ves la película y sacas tus propias conclusiones...Oh, tiene razón -añade vagamente cuando se le insiste-, hay una moraleja, pero tienes que proveerla tú. No me gusta hacer filosofía barata.[21]


[1] Tomás Pérez Turrent y José de la Colina: Buñuel por Buñuel, Plot, 1993, Pág.113
[2] Fue en 1961
[3] Luis Buñuel: Mi último suspiro.  Plaza & Janés, 1982, Pág.188
[4] Carta de Luis Buñuel(8/9/60) en: José Rubia Barcia: Con Luis Buñuel en Hollywood y después. Edicios do Castro, 1992, Pág. 78
[5] Juan Luis Buñuel: 1960,La joven. En: La joven. Instituto de Estudios Turolenses, 2000, Pág. 7
[6] Luis Buñuel a Manuel Michel, en Lettres Françaises. Tomado de El cine de Luis Buñuel según Luis Buñel, Festival cine de Huesca, 1993, pág. 180
[7] Luis Buñuel: Mi último suspiro.  Plaza & Janés, 1982, Pág.188
[8] Roman Gubern: Cine Español en el exilio, Lumen, 1976, Pág. 141
[9] Agustín Sánchez Vidal: Luis Buñuel. Ed. J.C., 1982, Pág. 246
[10] José de la Colina, en: Emilio García Riera : Historia documental del cine mexicano, VII. Pág. 348
[11] Manuel Michel, en: Emilio García Riera : Historia documental del cine mexicano, VII. Pág. 341
[12] Emilio García Riera : Historia documental del cine mexicano, VII. Pág. 340
[13] Raymond Lefèvre: Luis Buñuel. Edilig, 1984, Pág107
[14] José de la Colina, en: Emilio García Riera : Historia documental del cine mexicano, VII. Pág. 348
[15] Luc Mollet, en: Emilio García Riera : Historia documental del cine mexicano, VII. Pág. 347
[16] Tomás Pérez Turrent y José de la Colina: Buñuel por Buñuel, Plot, 1993, Pág.113
[17] Xavier Bermúdez : Buñuel: espejo y sueño. Ediciones de la Mirada, 2000, Pág. 164
[18] Raymond Lefèvre: Luis Buñuel. Edilig, 1984, Pág. 107
[19] Freddy Buache: Luis Buñuel. Guadarrama, 1976, Pág. 138
[20] Marcel Oms: Don Luis Buñuel. Éditions du Cerf, 1985,  Pág. 103
[21] Buñuel a Richard Nason en New York Times, octubre 1969. Tomado de El cine de Luis Buñuel según Luis Buñuel, Festival cine de Huesca, 1993, pág. 181

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