Subida al cielo (1951)

En sus memorias, Mi último suspiro, Buñuel nos dice de la película: Guardo bastante buen recuerdo de Subida al cielo, relato de un viaje en autobús... El guión se inspiraba en algunas aventuras acaecidas al productor de la película, el poeta español Altolaguirre, viejo amigo de Madrid, que se había casado con una cubana riquísima. Todo se desarrollaba en el Estado de Guerrero...
Rodaje rápido, maqueta bastante lamentable del autobús que se ve avanzar bamboleándose por la falda de la montaña, y también los imprevistos de los rodajes mexicanos…En México me he visto obligado a adquirir una gran rapidez de ejecución..., que a veces lamento más tarde[1].
Pero también tenemos unas declaraciones suyas de 1952, el siguiente al rodaje de la película: La idea principal de la película es huir de lo truculento y también de lo literario. Desde luego, es una obra de tipo realista. Lo más importante es la exaltación de lo trivial; toda la película trata de destacar detalles banales; así, por ejemplo, los diálogos del viajero de gallinas y del viejo porfiriano; las observaciones del porfiriano a su hijita [nieta]; las reacciones del chófer...Ese ataúd es un detalle más en la película, y no un detalle macabro: el féretro tiene el valor de un objeto cualquiera, no se exalta ni destaca la parte negra de la muerte, lo cual hubiera sido fácil. El propio argumento no descansa sobre un eje fundamental: la herencia que está en peligro para el pequeñín, lo mismo hubiera sido que fuera a parar a manos de los hermanos que se la reparten cuando todavía la madre vive. El espectador no siente—y ése es el propósito— angustia por esa herencia en disputa…. Mi obsesión en esa película era huir de «lo interesante», de lo espectacular...  A la hora de definir la película, dice que es: Una fantasía experimental. [2]
Se filmó a partir del 6 de agosto de 1951 en los estudios Tepeyac y en locaciones de Cuautla, Morelos; Acapulco, Guerrero e Iztapalapa, Distrito Federal. [3] Los exteriores eran auténticos, si exceptuamos claro la maqueta, bastante ingenua, de la Subida al cielo. Costó más de setecientos mil pesos. Fueron quince días de rodaje en locación. Sin embargo, no alcanzó esa cantidad para lo que se proponía su realizador. Antes del final del rodaje se acabó el dinero… Dentro de los medios económicos de que dispuse, tuve entera libertad por parte de los productores.[4]
Se estrenó en el cine Mariscala el 26 de junio de 1952.
La idea del film es...de Manuel Altolaguirre. Había hecho un viaje de Acapulco a Zihuatanejo con su mujer. Les ocurrieron algunas cosas parecidas a las que cuenta la película, como, por ejemplo, que el autobús se atascara en el río... por falta de dinero no se pudo filmar el final de la historia...
La maqueta para la "subida al cielo" era
bastante pobre
Altolaguirre me había dado nada más la lí­nea general del argumento: un viaje muy acci­dentado por la costa de Guerrero, una historia de herencia, la madre que va a morir. Juan de la Cabada colaboró eficazmente en el trata­miento y también una chica guerrerense inteli­gente y simpática, que dio sabor popular a los diálogos y a la que no sé por qué no se le da crédito en la película.[4bis]
Buñuel improvisaba también durante el rodaje: Por ejemplo, recordarán ustedes la escena en que el autobús se atasca en el río y se requieren unos tractores para sacarlo de allí. Durante el rodaje se me ocurrió que llegara una niñita, con una yunta de bueyes, y casi sin esfuerzo lograra sacar el autobús del atasco. Esa niña, más adelante, es la que vemos muerta en el ataúd que el padre lleva en el autobús. Eso de subir a un autobús con un ataúd de niño es algo que he visto yo aquí en México, en la época en que no disponía de automóvil. [5]
Película alejada de los tópicos melodramáticos que tuvo que asumir en sus tres films anteriores. Subida al cielo es uno de los films más singulares del autor, en el que reapareció su fascinación hacia los elementos oníricos, de procedencia surrealista. [6]
Se inicia con un breve documental, presente en varios films buñuelianos. La voz en off nos aclara que en el poblado de San Jeronimín, todos sus  habitantes son ricos gracias a la copra del cocotero. También nos aclara que no tienen iglesia, por lo que están libres de las ataduras de la religión.
Personajes que le dan color a la película:
 D. Nemesio y el cojo
La película es una estampa de fuerte sabor popular y un microcosmos social. El tono menor, intrascendente, de esta película oculta con su registro amable la carga más honda, la que se deduce de la historia de un joven apenas corrompido por las instituciones sociales que pierde su inocencia sexual con una vampiresa de ocasión pasando por encima de su madre moribunda y de su matrimonio reciente pero aún no consumado. Para hacer digerible tal trama argumental Buñuel hubo de acudir a un tono populista y a ese registro menor, obviamente a la estrategia expositiva más que al fondo del asunto. Todo ello confiere a esta cinta una frescura a la búsqueda de las reacciones más espontáneas del espectador que la dotan de un cierto encanto.
El dinero escaseó, no pudiéndose rematar todas las tomas previstas. A esta precariedad de medios se deben las maquetas infames en la escena de la subida al puerto y sus rayos malamente trucados, el abrupto final y muchos otros detalles que a menudo terminan por hundir el ritmo de muchas secuencias. El diálogo es frecuentemente torpe, y se echa mucho de menos la capacidad de Alcoriza para reflejar la riqueza del habla popular mexicana…
Hay varios pasajes en la cinta dignos del mejor Buñuel. El más elogiado es la secuencia onírica en el autobús, convertido en jungla o jardín de las delicias mientras Raquel ofrece a Oliverio la manzana de Eva tras haberla pelado en espiral, en contraste con un cordón umbilical hecho de mondaduras de manzana que salen de manos de su madre, subida en una especie de pedestal. La escena de la seducción está ambientada en plena tormenta y con el fondo del cierzo. El protagonista elige el clímax de esta "subida al cielo" y ese jardín paradisíaco terrestre frente a las promesas de futuras goces en otra vida…
Escena improvisada: la niña saca el autobús del río
El autobús es cama donde duerme el conductor, tálamo nupcial donde la pareja Raquel-Oliverio responde a la llamada inexorable del deseo, casa de maternidad, vagón funerario, lugar donde conviven hombres y animales, ámbito comunal, en definitiva, que sirve para todo. 
Con Subida al cielo inaugura Buñuel como esqueleto de sus films la estructura itinerante que luego daría tanto juego en obras como La vía láctea o El fantasma de la libertad. Lástima que la premura, la escasez de tiempo, así como la fotografía muy poco cuidada, lastren sus innegables logros y dejen a mitad de camino tantas interesantes posibilidades como en ella se adivinan.[7]
Buñuel: Miren ustedes cómo hacíamos el cine en México por esos años: teníamos exteriores durante tres días con sus noches en el cementerio de Iztapalapa para filmar una secuencia que incluía una función de cine ambulante y al mismo tiempo el entierro de la niña (esta coincidencia la había visto Altolaguirre en un cementerio de pueblo). Ya estaba todo preparado para filmar. La secuencia suponía que, mientras echaban tierra a la niña, en la pantalla del cine ambulante proyectaban un noticiario con escenas de la bomba atómica. Al rodaje llegamos con todo el equipo a las diez de la noche, y el jefe de producción, Pizarro, me dijo: «Señor Buñuel, tenemos que suspender el rodaje a las dos de la mañana, por órdenes del sindicato.» «Pero oiga usted, tengo tres días más de rodaje». «Lo siento mucho». Y como tenía que terminar a las dos de la mañana, filmé un solo plano: llega el autobús, bajan el ataúd de la niña y lo meten en el cementerio entre música y estallidos de cohetes. Nada más. [8]
La secuencia del sueño de Oliverio
A través del viaje –contrapunteando el dipolo amor-muerte- desarrolla Buñuel, como hizo en sus dos primeras cintas, un inventario de los obstáculos sociales que se interponen en la realización erótica entre Oliverio y Raquel a bordo del pintoresco autobús, unión que se consuma finalmente en el puerto de Subida al Cielo, bajo la tormenta. En este conflicto romántico-surrealista, que es eje del film, destacan dos [sic] antológicas secuencias de sueños, que plasman en lenguaje simbólico la situación creada (especialmente magistral es el sueño en que el interior del autobús se convierte en jardín y Oliverio, para hacer el amor con Raquel, corta el cordón umbilical –una mondadura de naranja- que le une a su madre). Junto a estos brillantísimos fragmentos, Subida al cielo parece como un film irregular.[9]
Buñuel: El sueño no sé si está en el guión, pero es totalmente mío. Siempre procuro tener todo en el guión, porque, con los medios técnicos que acarrea un rodaje, es muy difícil trabajar improvisan­do. Sin embargo, ese sueño lo improvisé... Esos momentos se me ocurrieron durante el rodaje. Yo no quería un realismo estrecho. También me fascinaba meter escenas en las que no sucediera nada importante. [10]
En relación con el sueño, Buñuel declaró en 1952: No estoy del todo satisfecho. Me hubieran gustado otras luces; sobre todo, más luminosidad; también, otros efectos fotográficos, sobre todo más deformación en las imágenes. También me hubiera gustado que, en lugar de tres o cuatro ovejas, hubiera invadido el camión un verdadero rebaño. El montaje de ese sueño es arbitrario, sin orden aparente así se hizo intencionadamente... La culpa es de la falta de tiempo; secuencias de esa índole, hay que repetirlas muchas veces y no hacerlas con una o dos «tomas».[11]
El sueño de Oliverio
De principio a fin Buñuel ejemplifica el placer de filmar: sin esfuerzo, sin florituras, sin ánimo de seriedad. El autor se preocupa tan poco de las teorías estéticas como del cartón-piedra que se ve obligado a utilizar. Y en lo referente a la narración, ésta mana con una límpida simplicidad en la que Buñuel desgrana (al igual que a veces arrojamos pétalos a un arroyo de aguas transparentes: soñando con cosas vagas y agradables, felices por la sola idea de estar vivos) algunos conceptos espontáneos de su temática transitoriamente remansada: el amor, la sociedad, la muerte...[12]
“Buñuel hizo un bello guión. Desgraciadamente faltó dinero. El film tuvo que ser realizado y montado con muchas omisiones. Aun así es una de sus pequeñas joyas... Buñuel nos da un libro de apuntes, de un humor delicioso, sobre las costumbres mexicanas...”[13]
Entre esas ausencias hay que lamentar sobre todo el final previsto, porque la proyección de cine en el cementerio es algo que encaja muy bien con su mundo. En lugar de eso tenemos un final totalmente precipitado.
A pesar de la pobreza de medios (actores mediocres, decorados ridículos) la desenvoltura narrativa de Buñuel, su desvergüenza plena de talento, y una inventiva rebosante de frescura y acierto, de humor y poder de sugerencia, hacen de Subida al cielo un film inolvidable.[15]
Quiero destacar la visión que da Buñuel de una mujer como Raquel. Estamos hablando de México en 1951 y su actitud hacia Oliverio es de acoso y derribo. Lo acosa hasta conseguir lo que quiere y después lo aparta como algo que ya se ha usado. Exactamente la actitud que adoptaría un “machista”.  Está en la línea de Susana, la protagonista de la película del mismo título.
La madre en el sueño de Oliverio
El famoso crítico André Bazin escribió en 1952: “Lo que asombra de sus recientes películas mexicanas es la constante primacía que concede a la intención poética en detrimento de las preocupaciones formales y de la más elemental credibilidad lógica o psicológica. Ni el tiempo ni el dinero bastarían para explicar, en esta ocasión, su increíble menosprecio por la verosimilitud moral y material de su historia. Reducida a su pretexto resulta ser un ridículo melodrama campesino, pero esta forma de relato puede tener su lógica y su construcción aunque a Buñuel no le preocupe: los episodios se conectan como perlas en el collar defec­tuoso de una intriga precaria. Pero podemos preguntarnos: ¿a qué se debe que estas críticas, que podrían ser mayores, no lleguen a afectar realmente a las imágenes? Porque el verdadero film está en otra parte, porque su corazón es ocupado por un sueño, mucho más largo que el de Los Olvidados. La importancia de este sueño —el más admirable sin duda que se haya visto en la pantalla- es evidente pero no deberíamos por ello considerar que toda la estructura del film es onírica y que el sueño del joven sea como un sueño en segundo grado, un sueño en el sueño…
La poesía de Buñuel, visiblemente alimentada por el sueño, no excluye una imaginación libre, particularmente aquí, donde asistimos por primera vez a una transposición casi burlesca de sus temas habituales: las palabras de «frescura», de «ternu­ra» e incluso de «alegría», hasta aquí perfectamente antinómicas en su obra, no están de ninguna manera desplazadas en La subida al cielo, cuyos temas fundamentales, no obstante, quedan a modo de reflexión: la muerte de una madre, la infidelidad de una joven recién casada y la muerte de un niño.[16]
Buñuel: Hemos buscado vena poética en las secuencias y, dentro de lo posible, matar al héroe y a la heroína como tales héroes...[17]
Raquel se pasa todo el viaje intentando
seducir a Oliverio
Y terminamos con un comentario, que en algunos aspectos va a contracorriente con la opinión generalizada: “Pocos cineastas han sido capaces, como Buñuel, de satisfacer hasta el fin el deseo de rodar: Subida al cielo está llena de situaciones perfectamente imposibles, que, sin embargo, funcionan por estar filmadas con un impudor y una alegría que, posteriormente, sólo podamos quizás encontrar en Godard. Cualquier otro cineasta se lo pensaría dos veces, por ejemplo, a la hora de utilizar sistemáticamente, en estado bruto, la ostentosa simbología fálica que Buñuel utiliza abundantemente. El diputado, por ejemplo, hace alarde durante toda la película de su pistola (que no usará, por cierto), en sus pertinaces intentos de seducir a la protagonista. Aquí, la utilización de la pistola recuerda aquellos inenarrables planos de Susana en los que Rosita Quintana se exhibía rodeada de pistolones y escopetas. La alegría y la convicción con que Buñuel rueda estos planos es la que, de algún modo, da toda su fuerza a la película. El cineasta no duda un momento en encadenar las escenas con una evidencia casi agresiva: Oliverio habla con el licenciado/sus hermanos se juegan la herencia a los dados/plano del sobrinito a quien "pertenece" la herencia. Sobre el papel, la obviedad de tal "découpage" resulta casi molesta en su tosquedad, su primitivismo. Pero, paradójicamente, es la que vertebra la fluidez del relato.
Ver Subida al cielo —o cualquier otro film de Buñuel— en moviola constituye una experiencia única: porque es prácticamente imposible descubrir en ella el "truco" del realizador. Parece como si no hubiera sistema, punto de partida previo. Podemos comprobar, ciertamente, como el cineasta utiliza
prácticamente siempre un mismo estilo de realización: planos muy fluidos, continuas panorámicas que hacen entrar o salir de campo a los personajes (y que no siempre "escogen" al sujeto de la acción por razones dramáticas, o narrativas), una cierta media distancia frente a los mismos... Pero la enunciación no está rígidamente estructurada, no hay otro método que la pasión por satisfacer a toda costa el deseo del cineasta.
Sigue intentado seducirle, cuando van solos
en el autobús durante la "subida al cielo"
Quizás por ello consideremos que los films mexicanos de Buñuel —o, más concretamente, los primeros films mexicanos de Buñuel— constituyen lo mejor de toda su obra. Porque en ellos el realizador no parece sentirse obligado a nada con el espectador —más que a la fruición del relato—, no siente necesidad de ser fiel a sí mismo, de cumplir los requisitos precisos para que el film ostente la marca de fábrica. Susana, El bruto, Subida al cielo, La hija del engaño, no quieren ser fieles a otra cosa que ese placer del cineasta y del espectador, son películas auténticamente libres. Lo que no puede decirse plenamente de algunas de las obras más jaleadas de Buñuel: una estructura similar a la de Subida al cielo, en El fantasma de la libertad, acaba siendo tan sólo una parodia de sí misma; la obra de un oficinista aplicado de la que, estando presentes la sabiduría y el oficio acumulados a lo largo de los años, está ausente toda huella de pasión.”[18]

Para leer La adaptación cinematográfica de Subida al cielo


[1] Luis Buñuel: Mi último suspiro. Plaza & Janés, 1982, Pág. 197-8
[2] Octavio Alba: Fragmento de “Un film mudo será la próxima realización de Buñuel”, Claridades, 26 de junio de 1952. Tomado de: Luis Buñuel. El indiscreto encanto, Centro Cultural de la Generación del 27, 2000, págs. 20-21
[3] Iván H. Ávila Dueñas: El cine mexicano de Luis Buñuel. Instituto Mexicano de Cinematografía, 1994, Pág. 95
Hasta que por fin lo consigue
[4] Octavio Alba: Fragmento de “Un film mudo será la próxima realización de Buñuel”, Claridades, 26 de junio de 1952. Tomado de: Luis Buñuel. El indiscreto encanto, Centro Cultural de la Generación del 27, 2000, págs. 20-21
[4bis] Lilia Galeana
[5] Tomás Pérez Turrent y José de la Colina: Buñuel por Buñuel. Plot, 1993, Pág. 61-4
[6] Roman Gubern: Cine Español en el exilio. Lumen, 1976, Pág. 120
[7] Agustín Sánchez Vidal: Luis Buñuel. Ed. J.C., 1984,  Pág. 149
[8] Tomás Pérez Turrent y José de la Colina: Buñuel por Buñuel. Plot, 1993, Pág. 61-4
[9] Roman Gubern: Cine Español en el exilio. Lumen, 1976, Pág. 120
[10] Tomás Pérez Turrent y José de la Colina: Buñuel por Buñuel. Plot, 1993, Pág. 61-4
[11] Octavio Alba: Fragmento de “Un film mudo será la próxima realización de Buñuel”, Claridades, 26 de junio de 1952. Tomado de: Luis Buñuel. El indiscreto encanto, Centro Cultural de la Generacioón del 27, 2000, págs. 20-21
[12] Freddy Buache: Luis Buñuel. Guadarrama, 1976, Pág. 68
[13] J. Francisco Aranda: Luis Buñuel. Lumen, 1975, Pág. 236
[15] Xavier Bermúdez : Buñuel: espejo y sueño, Ediciones de la Mirada, 2000 Pág. 125
[16] André Bazin: La subida al cielo. En: L’observateur, nº 120, 28 agosto 1952. Tomado de la Revista Litoral: La poesía del cine, nº 235, págs. 232-6
[17] Octavio Alba: Fragmento de “Un film mudo será la próxima realización de Buñuel”, Claridades, 26 de junio de 1952. Tomado de: Luis Buñuel. El indiscreto encanto, Centro Cultural de la Generación del 27, 2000, págs. 20-1
[18] Francesc Llinás: Subida al cielo: La huella de la pasión, Contracampo, nº 16, octubre-noviembre, 1980, págs. 24-5

Comentarios

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