Los miedos de Luis Buñuel

Es bien sabido que durante toda su vida Buñuel tuvo miedo a las arañas y que también lo tuvo a volar en avión hasta que lo superó, pero no es de esos miedos de los que quiero hablar aquí. El gran amigo de Buñuel, Pepín Bello, declaró: Tú sabes que Luis, que ha sido de una forta­leza física fenomenal, es el hombre más miedoso del mundo. Pero confesado, confesado, ¿no?[1]
Y otros de sus amigos insistió en el mismo sentido: “Es el hombre más miedoso del mundo. Pero confesado...”[2]
A la hora de buscar respuesta a estos miedos de Buñuel, acudimos también a sus amigos:
Max Aub comentó: “Es el miedo que le tiene a todo. Tal vez sea la explicación de muchas de sus cosas. Ese miedo que le ha quedado desde su niñez. La culpa...”[3]
 YRicardo Muñoz Suay explicó: “Luis siempre dice que él no tiene miedo a la muerte, que él tiene miedo a la enfermedad, que tiene miedo a quedarse paralítico, etcétera, pero que a la muerte no le tiene miedo. Sin embargo, yo siento, siento de una manera física, cuando estoy con Luis, que a lo que fundamentalmente tiene él miedo es a la muerte…
Es curioso, repito, cómo este hombre, surrealista, anarquista, para la gente, ¿verdad?, bomba con retar­do, bomba importantísima en el cine, bomba ideológica en don­de se escriben libros hablando del Buñuel anárquico, etcétera, en el fondo es un hombre que es, por una parte—y no lo digo en el sentido peyorativo—, con una ideología burguesa, con un cariño hacia la familia disimulado de una manera rígida y, sobre todo, lo que estábamos hablando antes, cómo este hombre tiene miedo. Y tampoco digo y repito que lo considero miedo como un hecho negativo, como un hecho peyorativo. Me parece que la persona que tiene miedo es estupenda porque tiene la since­ridad del miedo. Yo tengo miedo y no tengo miedo en variantes. Luis me da la impresión de que es hombre que huye siem­pre. Es decir, la impresión que tengo de Luis es que huye siempre. Esto es producto de una educación religiosa, es producto de una educación familiar…[4]
El miedo a la inseguridad, le ha acompañado toda su vida y le ha hecho o bien negarse a viajar a determinados lugares que no consideraba seguros o bien largarse del lugar en que estaba si Buñuel lo consideraba poco seguro. Veamos algunos ejemplos:
En 1930 se niega a viajar a Rusia: Este verano yo debía ir a Rusia con Aragon y Ella (Elsa Triolet). Pero yo he debido renunciar porque no me encontraba muy bien. Tenía miedo de un viaje tan largo.[5] Buñuel tenía que asistir al Congreso de escritores revolucionarios para representar las tesis surrealistas, pero no quiso ir. ¿La indisposición fue un excusa? Seguramente sí, aunque en este caso la razón era que le interesaba más su viaje a Hollywood, a la M.G.M.  
En 1936, tras el estallido de la Guerra Civil, Buñuel se marchará a París. El realizador reconoció que tenía miedo miedo: Muerto de miedo. Yo no pertenecía a ningún partido, a ningún sindicato. Me gustan las armas, pero manejarlas en la mesa, limpiarlas. A lo sumo, cazar. Pero eso de que disparen y que le tiren a uno, no. No jugué ningún papel en los famosos días. Iba a los cafés, a la Alianza de Intelectuales. Me dieron un carnet de la UGT, un pase de Mundo Obrero diciendo: «El compañero Luis Buñuel es afín a nuestras ideas.[6]
Los tres primeros meses fueron los peores. Como a muchos de mis amigos, me obsesionaba la terrible ausencia de control. Yo, que había deseado ardientemente la subversión, el derrocamiento del orden establecido, colocado de pronto en el centro del volcán, sentía miedo.[7]
Lo cierto es que, cuando la guerra de España, era realidad todo lo que habíamos pensado, por lo menos lo que yo había pensado: quema de conventos, guerra, asesinatos, y yo estaba muerto de miedo, y no solamente eso, sino que estaba en contra. Soy revolucionario, pero la revolución me espanta. Soy anarquista, pero estoy totalmente en contra de los anarquistas.[8]
Pepín Bello afirmó que tenía algo más que miedo: “Sí mucho, Horroroso. Decir miedo es poco. Tenía terror, pánico.”[9]
Consigue irse a los servicios de información y propaganda de la Embajada de España en París.
Si lo hizo por miedo, que parece lo más probable, lo cierto es que fue una medida prudente y acertada, pues Buñuel estuvo en busca y captura por el bando franquista.
La madre de Luis también tuvo miedo. Inmediatamente de terminada la guerra, se fue al piso que Luis tenía en Madrid, en la calle de Menéndez Pelayo, que había sido habitado durante toda la guerra por Vicente Rojo y sus hijos, a los que llevó Conchita, y que estuvo días y días quemando y quemando todo lo que tenía Luis, por miedo a que si volvía su hijo lo fusilaran.[10]
Orden de detención
De nuevo, en 1938 el realizador deja sus labores en París y se marcha a Estados Unidos con su familia en “misión oficial” según el realizador. “Las razones del segundo viaje a Estados Unidos a finales de 1938 –supervisar películas sobre la guerra civil española en Hollywood- deben esconder otro motivo pues es insólito que una supuesta misión oficial no tenga cantidad alguna asignada y Buñuel pida el dinero prestado para poder viajar...Tuvo que aprovechar la puerta abierta que le dejó su estimado amigo Frank Davis en 1931 en su carta de terminación del contrato, pues éste es el productor del film que Buñuel viene a asesorar a la Metro, Cargo of Innocents...de esta forma empieza a cimentarse la imagen de un hombre huidizo, miedoso y algo cobarde que ante la adversidad pone siempre tierra (y mar) por medio....”[11]
Se pueden apuntar otras razones. En carta a su amigo Ricardo Urgoiti le dice: Desde mi punto de vista personal las cosas van mal y es posible que llamen a mi quinta pronto.[12] Algo que evidentemente no le interesaba. También está el hecho de que su pasaporte diplomático caducaba el 22 de diciembre de 1938, lo que le empujaba a irse pronto si quería hacerlo en “misión oficial”.
Pero es en 1940, durante su estancia en Estados Unidos, cuando tenemos la prueba inequívoca de que Buñuel le gusta poner tierra de por medio cuando otea inseguridad en el horizonte. En carta que escribió a su amigo Ricardo Urgoiti le dijo:  En tiempos normales me parecería este empleo una lotería y el premio gordo. Hoy no. América, como cree aquí ya hasta el gato, entrará en guerra el año próximo y yo procuro poner desde ahora tierra de por medio. Me veo defendiendo la bandera americana en Hong Kong o descansando en un campo de concentración por unos años, y claro es me largo.[13]
El trabajo al que se refiere es el de technical advisor y ocasionalmente director, a través del MOMA, en un organismo de propaganda pan-americano. Está claro que el realizador nunca pensó que lo que escribía en esa carta alguna vez saldría a la luz.
En los años posteriores volvería a mostrar su interés por alejarse y/o evitar los posibles problemas que pudieran surgir.
Cuenta Muñoz Suay: En el año 1959 yo estoy en México; los cubanos están intentando que vaya a rodar a Cuba ...Siempre hablaba de una novela de Carpentier que quería rodar. Pero hacía lo posible para no ir, porque no le gustaba aquello, porque había tiros, barbudos que habían bajado de la sierra y no estaba el guion claro. Entonces, se inventaba que su padre había intervenido en un fusilamiento de un poeta,... que era Martí, para  que los otros se cabrearan con él y no le invitaran a ir. No se atrevía a decir que no, pero se inventaba lo de Martí.[14]
Igualmente en 1968, durante la producción de La vía láctea estaba en París, cuando tuvieron lugar el inicio del movimiento de mayo y el realizador se marchó a Bru­selas. También durante las protestas estudiantiles de México de 1968, tras la muerte de los estudiantes en  Tlatelolco, Me pregunta: «¿Qué hacemos? Me parece una cosa terrible.» Y le escribe a Juanita prohibiéndole abrirle la casa a nadie.[15] Igualmente en 1970, Cuando el proceso de los 16 de Burgos, hubo manifestaciones y suspensión de derechos en España. Luis que estaba en Madrid se trasladó a París.
Buñuel no se acerca donde haya tiros. Como dice Muñoz Suay: “Ese amor por las armas y, en cambio ese miedo a las armas era una contradicción permanente.”[16]
Y como apostilla Max Aub: ¿Tú ves alguna relación de Luis en la vida de su familia, con ese pavor terrible hacia la muerte, y la muerte violenta principalmente, en un hombre a quien lo que le gusta más son las armas, hacer él mismo sus cartuchos, y que no ha tenido reparo hasta hace diez años en cazar? [17]
Y finalizamos con algunos comentarios más de su amigo y sin lugar a dudas quien mejor lo “caló” en este tema Max Aub: Ese extraño ateo que habla continuamente de la Iglesia católica; ese amigo de las armas, y no más cobarde que cualquier hombre, que huye de toda contienda aunque ésta pueda servir a sus ideas.[18]
Max Aub, quien mejor le conoció
 y comprendió
Buñuel nunca ha querido ser un héroe de nuestro tiempo en el sentido que lo fueron Vallejo o Malraux; para serlo le faltó pasar algún tiempo en la cárcel –esa gran invención cristiana-. Y tan no quiso serlo que ante cualquier peligro de ese tipo –u otro- huyó siempre. Buñuel ha sido un hombre feliz, en el sentido burgués de la palabra.[19]
—Siempre he pensado que en ti hay una dicotomía entre tu modo de pensar y lo que haces.
Sí, es muy curioso, pero soy así. De un lado, mis ideas; del otro, la realidad… Soy revolucionario, pero la revolución me espanta. Soy anarquista, pero estoy totalmente en contra de los anarquistas.[20]
—Sí. No eres espejo de valientes. Le tienes miedo al miedo.
—Sí, lo tengo.[21]


[1] José Bello a Max Aub en : Conversaciones con Buñuel, Aguilar, 1985, pág. 322
[2] Santiago Ontañón en Max Aub: Conversaciones con Buñuel. Aguilar, 1985 Pág.322
[3] Max Aub en : Conversaciones con Buñuel, Aguilar, 1985, pág. 294
[4] Ricardo Muñoz Suay en Max Aub: Conversaciones con Buñuel. Pág.436
[5] Carta de Buñuel con fecha (15/8/30). En: L´âge d´or. Correspondance Luis Buñuel–Charles de Noailles. Pág. 78
[6] Max Aub en : Conversaciones con Buñuel, Aguilar, 1985, pág. 92
[7] Luis Buñuel: Mi último suspiro, Plaza & Janés, 1982, pág. 150
[8] Max Aub en : Conversaciones con Buñuel, Aguilar, 1985, pág. 149
[9] Pepín Bello : En torno a Buñuel. Cuadernos de la Academia, nº 7-8, agosto 2000, Pág. 103
[10] Ricardo Muñoz Suay en Max Aub: Conversaciones con Buñuel. Aguilar, 1985, Pág.433
[11] Fernando Gabriel Martín: El artista aislado: Buñuel en/y... En: Turia, nº 50, octubre 1999, Pág. 167
[12] Carta de fecha: 11/8/1938 desde París. En: Luis Fernández Colorado y Josetxo Cerdán: Ricardo Urgoiti. Los trabajos y los días, Cuadernos de la Filmoteca Española, nº 9, Filmoteca Española, 2007, pág. 192
[13] Carta de fecha: 12/11/1940 desde Nueva York. En: Luis Fernández Colorado y Josetxo Cerdán: Ricardo Urgoiti. Los trabajos y los días, Cuadernos de la Filmoteca Española, nº 9, Filmoteca Española, 2007, pág. 209
[14] AA. VV.: Testimonios sobre Luis Buñuel En: Turia, nº 28-29, mayo 1994, Pág. 217
[15] Max Aub: Conversaciones con Buñuel. Aguilar, 1985, Pág.435
[16] AA. VV.: Testimonios sobre Luis Buñuel En: Turia, nº 28-29, mayo 1994, Pág. 217
[17] Max Aub: Conversaciones con Buñuel, Aguilar, 1985, Pág. 435
[18] Max Aub: Conversaciones con Buñuel, Aguilar, 1985, pág. 16
[19] Max Aub: Luis Buñuel, novela, Cuadernos del vigía, 2013, pág. 131
[20] Max Aub: Conversaciones con Buñuel, Aguilar, 1985, pág. 149
[21] Max Aub: Conversaciones con Buñuel, Aguilar, 1985, pág. 69

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